Los carbohidratos son uno de los macronutrientes que forman parte de nuestra alimentación, junto con las proteínas y las grasas. Su función principal es aportar energía al organismo, pero también cumplen otras funciones estructurales y reguladoras. Sin embargo, no todos los carbohidratos son iguales ni tienen los mismos efectos en la salud. Existen dos tipos de carbohidratos: los complejos o de absorción lenta y los simples o de absorción rápida.
Los carbohidratos complejos se encuentran en alimentos como los cereales integrales, las legumbres, las verduras y las frutas. Estos carbohidratos se digieren de forma gradual y mantienen los niveles de azúcar en sangre estables. Además, aportan fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes que benefician la salud cardiovascular, digestiva, inmunológica y metabólica. El consumo de carbohidratos complejos se ha asociado con un menor riesgo de padecer diabetes tipo 2, enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular, cáncer y mortalidad global.
Los carbohidratos simples se encuentran en alimentos como el azúcar, la miel, los dulces, los refrescos, los zumos, la bollería, el pan blanco y la pasta blanca. Estos carbohidratos se absorben rápidamente y provocan picos de azúcar en sangre que estimulan la secreción de insulina. La insulina es una hormona que favorece el almacenamiento de grasa y el aumento de peso. Además, estos carbohidratos tienen un alto índice glucémico, es decir, producen una mayor sensación de hambre y ansiedad por comer. El consumo excesivo de carbohidratos simples se ha relacionado con un mayor riesgo de sufrir obesidad, diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, caries, acné, inflamación, estrés oxidativo y envejecimiento prematuro.
Por lo tanto, se recomienda limitar el consumo de carbohidratos simples y aumentar el de carbohidratos complejos, siguiendo una dieta equilibrada, variada y moderada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que el aporte de carbohidratos totales represente entre el 55% y el 75% de la ingesta calórica diaria, y que el de azúcares simples no supere el 10%. Así, se puede aprovechar los beneficios de los carbohidratos sin caer en los maleficios de su consumo excesivo o inadecuado.